¿Un Scrum Master es lo mismo que un Agile Coach?
Mi respuesta es rotunda y clara: no.
Imaginemos que nos compramos una casa y necesitamos amueblarla, nos vamos al IKEA, nos compramos un armario ropero, el mural del salón, un armario de baño de dos puertas y unas cuantas mesas y mesillas y nos vamos a nuestra nueva casa a montarlo todo. Empezamos a abrir los embalajes y vemos que contienen unas instrucciones, los materiales necesarios y alguna llave Allen (la pequeña herramienta hexagonal, para quien no sepa su nombre). Vamos montando todo y vemos que nos queda una casa acogedora y apacible. Hemos hecho un gran trabajo, ¡sin duda!
Hasta aquí todo va bien, parece coherente y, para mucha gente, algo habitual: comprar muebles en IKEA, ir a casa, montarlos y disfrutarlos. Ahora bien, imaginemos que una persona hace esto y, bañada en el éxito, decide ofrecer sus servicios montando una ebanistería. Por norma general, esto sería desastroso o, en el mejor de los casos, algo verdaderamente lento.
Pues esta es la situación, alguien que tiene uno o dos equipos como materia prima y las herramientas que provee Scrum, le ponen a transformar la empresa completa, creyendo que una pequeña llave Allen será suficiente para lidiar con el cambio organizacional. No digo que saber Scrum sea malo o que no sirva, digo que es poco.
Para cambiar la mentalidad de una organización hacen falta otras herramientas, las cuales no se obtienen a través de un solo marco ni con experiencia, por extensa que ésta sea.
Una transformación organizacional requiere de poderosas herramientas que no es posible conocer por el método prueba y error o, como antes, será algo muy lento. Este cambio es un arte que requiere de una serie de aptitudes no innatas, forzarlo, por desconocimiento o falta de habilidades, llevará a que nada cambie o a que se genere un rechazo al cambio, algo que muchos hemos visto a menudo.
Es cierto que, según la guía Scrum, el Scrum Master debe contribuir a que la organización completa adopte el cambio con éxito. El problema viene cuando ese comité de dirección o determinados grupos de mandos intermedios pretenden hacer Scrum pero “que lo mío se quede como está”. Aquí empieza una “guerra” en la que, sin las herramientas necesarias, el Scrum Master saldrá perdiendo. Ante la frustración que se abre en este escenario, puede que simplemente se adapte a «lo que le dejan hacer» o que abandone y decida salir de ese proyecto. En ambos casos, «agile no funciona», pero esto, además de reduccionista, es falso. O peor aún, que agile ha muerto.
Cada cual tiene sus herramientas y es un mundo en el que tienen cabida toda clase de habilidades, seamos conscientes de ellas y, sobre todo, de nuestras limitaciones. Generando menos expectativas conseguiremos mejores resultados pues seremos más libres para explorar y emprender nuevas iniciativas.
Reconocer un desconocimiento nos da la madurez suficiente para, a renglón seguido, aprender y mejorar, no querer reconocerlo nos hará tropezar mil y una veces con la misma piedra.